Todo el día había estado pensando en ti, haciendome unas buenas pajas por la cam, pensando en mis ex parejas y por momentos, entre los ratos a solas en mi oficina, hasta me había tocado levemente, imaginándote entrar por la puerta y cogerme sin más sobre mi escritorio de la forma más salvaje posible. Esa tarde nos encontramos para ir al cine como habíamos acordado, y al verte llegar por mí no pude evitar sentir una cálida contracción en mi panochita – ¡Mi hombre! – pensé sonriente y te saludé con un largo beso en los labios.
Desde ese momento no pude apartarme de tu cercanía, incluso en la fila para comprar los boletos, me las había arreglado para ir delante de ti y lograr que me abrazaras desde atrás, varias veces recargué mis nalgas sobre tu pija, “como al descuido” y con gusto noté que la idea te agradó, por la discreta forma en que me refregabas ese bulto de tu entrepierna que cada vez se sentía más duro. Mi tanga ya iba húmeda al entrar a la oscura sala del cine. Yo soñaba con follar como lo hacian las parejas amateur
Habían entrado muy pocas personas a la sala, y nosotros nos sentamos en la parte trasera. En un rinconcito solitario nos pusimos cómodos y muy cariñosos… comenzamos a besarnos, casi tímidamente al principio, la película comenzó y nosotros seguimos comiéndonos a besos por un buen rato, besos cada vez más profundos, más húmedos. Yo estaba muy caliente como para interrumpir la sesión de besos. Entonces sentí que tu mano sobre mi cintura iniciaba un suave recorrido hacia uno de mis pechos… mmmmm se sentía tan bien, me encanta que me manosees las tetas. Con la palma masajeabas mis grandes y redondos pechos, uno y después el otro, con movimientos circulares. Mis pezones estaban muy duritos, lo sentiste a través de la delgada tela de mi blusa, atrapaste uno con tus dedos índice y pulgar y sin dejar de besarnos continuaste jugando con él, dándole apretoncitos o estirándolo suavemente. Hiciste una pausa en nuestro beso para inclinarte sobre mi escote, que dejaba ver parte de esa zanjita donde se juntan mis tetas y comenzaste a lamer, ayudándote con tu mano apartabas la tela de mi blusa, recorriendo con tu lengua más piel cada vez, hasta que te encontraste con el borde de mi brasiere, el cual no tuviste problema para bajar hasta descubrir un pezón oscurito y erecto que deseaba sentir tu boquita tibia y tu lengua juguetona. Yo te lo ofrecía complacida, arqueando mi espalda y acercándote mis tetas a la cara. Mmmmm era delicioso sentir como me chupabas el pezón, succionándolo hambriento o sentir tu lengua húmedeciéndolo con tu saliva, girando a su alrededor.
– Clau… me encantas – te susurré al oído al mismo tiempo que deslizaba mi mano entre tus piernas, confirmando excitada que estabas muy erecto.
– Estoy durísimo – respondiste al sentir mi mano acariciándote. Bajé el cierre de tu pantalón y te acaricié la verga, dura y gorda aún cubierta por la tela de tu slip, se sentía tensa y mojada en la parte que cubría tu cabecita – mmmm también estás húmedo, amor – dije y me llevé el dedo a la boca para saborear tus gotitas de excitación, sabes que adoro probarlas.
– Yo también quiero probarte, Rox.
No tuve tiempo de responder (y no hacía falta), tu mano ya estaba debajo de mi falda, entre mis piernas que separé un poco. Pronto alcanzaste la delicada tela de encaje de mi tanga que cubría mi conchita excitada, estaba tan húmeda y caliente. Nos besábamos sin parar, mientras empujabas la tela de mi tanga entre los labios de mi panocha, con tus dedos índice y medio la fuiste metiendo toda hasta que mis labios quedaron descubiertos por los lados (bien metida incluso entre mis nalgas) y comenzaste a acariciarme la concha, a pasar la palma de tu mano por encima, desde el clítoris hasta las nalgas, subiendo y bajando, estábamos tan calientes… gimiendo bajito, jadeando discretamente, hasta que de pronto y sin avisar te deslizaste hacia abajo y te colocaste en cuclillas frente a mí. Con ambas manos sujetaste los costados de mi tanga y de un jalón me la bajaste, sacándola de entre mis labios de golpe, lo que me excitó terriblemente.
– Nos van a ver! – te dije en voz baja, deseando que no te detuvieras.
– voy a mamarte la concha – tu tono de voz no admitía réplica alguna, y eso me excitaba aún más. Mi tanga ya estaba en tus manos, la oliste profundamente y colocaste a un lado del asiento. Queria que mi leche saliera de mi gran polla y que mi pareja lo grabara con alguna cam o algo que registrara aquel brote de leche apoteosico. Entonces separaste mis piernas y acercaste tu carita lujuriosa hasta quedar frente a mis labios hinchaditos y mojados. Aspiraste y exhalaste tu aliento tibio sobre mi rajita, me estremecí y esperaba ansiosa ese primer contacto con tu boca, con tu lengua experta, hasta me vi tentada a empujar mis caderas hacia tu boquita, pero tú controlabas la situación.
Comenzaste a besar el interior de mis muslos, recorrías esa piel tersa con tu lengua, en dirección a mi rajita mojada, pero esa posición no era lo suficientemente cómoda para ti, así que me tomaste por detrás de las rodillas y separaste aún más mis piernas, colocándolas por encima de los apoyabrazos del asiento, yo me dejé llevar por nuestra calentura, excitada al verme bien abierta de piernas para ti. Satisfecho ahora sí, te acercaste a mi agujerito caliente y entonces me separaste los labios con tu lengua, recorriéndolos de arriba hacia abajo, chupándome el clítoris, mordiéndolo delicadamente, estirándolo con tus labios, haciéndome vibrar, por momentos cerraba mis ojos disfrutando la forma en que me comias la panochita, por otros los abría para ver tu cara asomándose entre mis piernas, apenas iluminada por la tenue luz de la película.
Abriste muy bien tu boca cubriendo toda mi concha y entonces me penetraste profundamente con tu lengua, alimentándote de tu hembra en celo, chupándome, sorbiendo todos esos jugos tibios que me hacías escurrir, sintiendo mi agujerito caliente apretándote la lengua, latiendo excitada.
Tu saliva escurría entre tu mentón y mi concha, por entre mis nalgas, hasta mi culito apretado, el cual comenzaste a acariciar con tu dedo, haciéndome soltar un gemido un poco mas fuerte y poco a poco lo fuiste abriendo, penetrándolo, sin dejar de mamarme la raja, llenándome los dos agujeros al mismo tiempo. En ese momento mi sexo palpitaba intensamente, mi concha ardía de excitación y no pude contener mas mi orgasmo, lo sabías, mi cuerpo se sacudió, los espasmos de placer recorrían todo mi cuerpo y tu no te detenías, al contrario, me mamabas con más entusiasmo.
Por momentos trataba de cerrar mis piernas, pero en esa posición no podía mas que gozar todo el placer que me dabas, abierta para tí. Estaba al borde del orgasmo y en ese momento te tomé del cabello y te empujé muy fuerte contra mi panochita, casi asfixiandote entre mi agujero caliente y todos esos jugos… y entonces acabé muy fuerte en tu boca, abundantes y espesas gotas de jugos salían de mi concha, para alimentar a mi macho caliente, estaba en éxtasis. Ideal para grabar a mi pareja por cam Seguiste chupándome, succionando hasta la última gota de mis fluídos. Hasta que poco a poco volvió la calma a mi cuerpo y ambos notamos que la película estaba terminando.
Discretamente volviste a tomar tu asiento a mi lado, sonriente, con la carita empapada y brillante, relamiéndote orgulloso. Nos besamos, compartiendo el sabor y el olor de mi concha en un profundo y sensual beso.
– Te adoro – te dije antes de dejar escapar un suspiro profundo, mientras tomaba tu carita entre mis manos, limpiándotela a lamiditas.
– No me limpies, quiero oler a vos – dijiste en voz baja. Tomaste mi tanga y con pequeños toques te quitaste el exceso de jugos, y dándole una última olfateada, la guardaste en tu slip, junto a tu verga aun dura.
Los créditos de la película aparecieron en la pantalla y las luces se encendieron. Nos acomodamos la ropa en su sitio. Lentamente las pocas personas fueron saliendo y nosotros detrás de ellos, intercambiándonos sonrisas de complicidad.
– Tú ya tomaste tu postre, pero yo aun no y eso no lo puedo permitir… – te dije al oído y te di un beso en la mejilla. Se percibía el olor a sexo sobre tu piel.
– Lechita tibia? – me ofreciste con una sonrisita perversa.
Mordiendo mi labio inferior asentí complacida. Pronto repetiriamos la experiencia filmandonos como esas parejas amateur que follan y follan. Y tomados de la mano salimos del cine, con la promesa de un delicioso postre para mí…