La pareja en un enigmatico pueblo

Hace unos años mi mujer y yo fuimos de viaje de vacaciones a Estados Unidos para visitar a un buen amigo que se había casado con una norteamericana que había conocido aquí en España. Aunque esta chica había nacido en Arizona, su padre era un empresario español que había buscado fortuna en EE. UU. y había tenido suerte con sus negocios. Se había casado con una mujer norteamericana que era la madre de la esposa de mi amigo. Él se llama Salvador y ella Susan.Yo soñaba con ser una pareja liberal, de esas parejas que se follan los unos a las mujeres de los otros.
Llegamos en avión hasta Nueva York y después de estar una semana allí, cogimos un vuelo hasta Los Ángeles. Alquilamos un coche y nos dirigimos hacia Phoenix ( Arizona) para visitar a nuestros amigos. Con un buen mapa de carreteras y con la disposición de preguntar donde fuera necesario, nos encaminamos a la búsqueda de nuestros amigos. Atravesamos grandes llanuras, enormes montañas y larguísimas autopistas en un itinerario que parecía no tener fin. Al abandonar las montañas nos fuimos adentrando en lo que parecía el gran desierto. Cada cierto tiempo y tras recorrer varios kilómetros, nos encontrábamos algunas gasolineras con cafeterías adosadas, que nos servían para repostar combustible y tomar algún refrigerio. De paso comprobábamos el recorrido y con el poco inglés que manejábamos nos asegurábamos de que seguíamos la ruta correcta. Cruzamos el inmenso desierto y nos encontramos con otra zona de suaves montañas que debíamos superar. Aunque la conducción había sido relajada, las distancias eran tan largas que nos encontrábamos cansados y decidimos que antes de que se hiciese de noche, en la primera población que encontrásemos pararíamos para descansar. Estaba oscureciendo cuando vimos un cartel que nos anunciaba la próxima población de Black Lake. Seguimos hacia adelante y cuando vimos el cartel que anunciaba su próxima salida, reduje la velocidad y cogimos el desvío. El pueblo de Black Lake era el típico pueblo de desierto. Una gran calle principal, atravesaba el pueblo y era en ella en la que a modo de muestrario se encontraban los lugares más emblemáticos: la oficina del sheriff, la Iglesia, el Ayuntamiento, las escuelas y otros negocios. Entre ellos destacaba un bonito hotel con una llamativa y muy iluminada fachada realizada en madera. Paramos en su aparcamiento y nos bajamos del coche para reservar habitación para esa noche. El hotel tenía una pequeña recepción donde un hombre de mediana edad, medio encorvado y con la camisa manchada, luchaba con las moscas que huyendo del terrible calor de la calle, era verano, se habían cobijado en el frescor del recibidor. Yo llevaba escondida una cam para grabar a mi pareja en nuestros actos intimos, pero no la mostré. Le dimos nuestros datos y formalizamos la hoja de inscripción. Descargamos nuestro equipaje y nos dispusimos a disfrutar de un merecido descanso. Al subir las escaleras, nuestra habitación estaba en el primer piso, el señor mirando descaradamente las piernas de mi mujer, se dirigió a nosotros con una sonrisa pícara y en un castellano con fuerte acento chicano nos dijo que si sabíamos que al día siguiente, se celebraba en el pueblo el día del Biglove. Nosotros pensamos que como estábamos de paso, la fiesta no iba a modificar nuestros planes. Por la mañana, nos pondríamos en ruta para seguir nuestro viaje. Antes de subir le preguntamos a qué hora servían la cena y nos dijo que a partir de las 20:00 y hasta las 22:00 horas.

Aún teníamos tiempo para darnos una buena ducha y descansar un rato. Y eso hicimos. Pasó un buen rato y cuando estábamos preparándonos para bajar a la cena, oímos unos suaves golpes en la puerta. Me acerqué, abrí y me encontré con un joven rubio, apuesto y corpulento que debería ser o el sheriff o un ayudante pues llevaba sobre su camisa muy bien planchada una estrella de hojalata que así lo atestiguaba. De lo que nos dijo, creímos entender que lo había mandado el Alcalde para invitarnos a cenar en su casa junto a su mujer y su hija. La hija me ponia muy cachondo con sus labios inocentes me la imaginaba chupando la punta de mi glande y mirandome a los ojos mientras la grababa con la cam del movil. Nos pareció entender que él también estaba invitado y que era el sheriff. La invitación estuvo planteada con tanta educación y amabilidad que no pudimos rechazarla aunque nos apetecía cenar en intimidad. Quedamos en que el sheriff nos recogería sobre las 20:30 h. y nos llevaría hasta la casa del Sr. Alcalde. Le dijimos que existía un inconveniente, ya habíamos hablado con el dueño del hotel para cenar allí. El sheriff nos dijo que no había ningún problema que él avisaría al encargado del hotel sobre el cambio de planes. El sheriff mientras conversábamos, no quitaba los ojos de encima a mi mujer. La desnudaba con la mirada y no hubo parte de ella que dejara sin repasar. Mi mujer, creo que también había captado la impresión que su presencia producía en nuestro contertulio. Sus mejillas se pusieron rojas y con recato, apartaba sus ojos de las lúbricas miradas que descaradamente le dirigía el fornido sheriff. Aunque como he dicho al mirar a mi mujer el apuesto sheriff, no se dejaba nada en el tintero, sin duda los pechos eran lo que a mi juicio más le atraían, pues se quedaba embelesado observándolos y sus ojos claros, por momentos, parecían querer salirse de sus órbitas.

Llegó la hora esperada y con una puntualidad casi británica, el sheriff muy arreglado se presentó a recogernos. En su coche nos dirigimos hasta la lujosa mansión del alcalde. Era una casa enorme de tres plantas, con un gran porche y con un bonito jardín delante, cerrado con una coqueta cancela de madera pintada en blanco. Era un reconfortante oasis de color que destacaba sobre el árido paisaje circundante. La mansión estaba a las afueras del pueblo y cuando llegamos ya nos estaban esperando el Alcalde, su mujer y su hija en el porche para darnos la bienvenida. El alcalde era un hombre de mediana edad, supuse que andaría por los cincuenta años, era de estatura mediana, con poco pelo, a pesar de no ser completamente calvo tenía grandes entradas. Llevaba gafas y lucía un espeso bigote pardo. Vestía un traje informal, del cual la chaqueta lucía totalmente abierta debido al abultado tamaño de su tripa. A pesar de ello se mantenía muy erguido lo que le daba esbeltez a pesar de su estatura. Calzaba las típicas botas camperas de caña alta, de tacón cubano y de puntera afilada. Las llevaba muy limpias y con la piel muy hidratada. A su lado estaba la que deduje que sería su mujer, era una hermosa fémina, mucho más joven que él. Era muy alta y muy bien proporcionada, tenía un cuerpazo. Su cabello era rubio y lucía sensualmente alborotado. Era una belleza, sus ojos eran oscuros y sus rasgos finísimos. Había tenido muchas parejas pero ninguna me habia puesto tan cachondo, tenia ganas de hacerlo en rollo amateur.. Destacaban sus pómulos marcados que dulcemente descendían hasta unos labios sensuales que enmarcaban una voluptuosa boca grande, de esas que a los hombres nos levantan la moral y otras cosas. Era una auténtica belleza de cine. Al otro lado del Alcalde se encontraba su hija, ésta era como un calco de su madre. Era más pequeña de estatura, pero a pesar de su edad, que yo estimaba entre dieciocho y veinte años, había heredado la sensualidad de su madre. Llevaba un pañuelo al cuello y vestía una bonita camisa de manga larga muy escotada y unos preciosos pantalones de pitillo marrones que marcaban meridianamente la perfección de sus curvas. Unos preciosos zapatitos planos cubrían sus preciosos pies. Su pelo era de un bonito color castaño claro como sus ojos y lo llevaba muy corto. Su boca era grande como la de su madre y su piel como es lógico en esas edades lucía brillante y sedosa. Bajamos del coche y atravesando el jardín y acompañados por el sheriff, llegamos hasta el porche donde procedimos a los protocolarios saludos y agasajos. Nos invitaron a entrar y el Alcalde agarrando a mi mujer entró el primero, luego entramos su mujer y yo y por último entraron el sheriff y la hija del Alcalde. Al entrar me pareció ver como el alcalde se hacía a un lado y ayudaba a mi mujer a avanzar poniéndole suavemente la mano en el culo. Pensé que igual había sido un desvarío mío por el cansancio del viaje y las interminables horas de conducción que llevaba encima. Del brazo de mi anfitriona pasamos al salón de la casa. La casa estaba decorada con mucho lujo, para mí gusto, la decoración era excesiva además de muy recargada. Cerámicas, porcelanas, cristalerías habían por doquier. A pesar de que el estilo no era de mi gusto, he de reconocer que el ambiente era acogedor. En el centro del salón bajo una espectacular lámpara que colgaba del techo, una gran mesa de madera acondicionada para la cena, presidía la sala. Al fondo, en otro salón anexo, una gran chimenea nos contemplaba en silencio. En las paredes de dicha sala, se podían observar algunas osamentas y numerosas cabezas de animales disecadas que nos miraban desafiantes. Una vitrina cerrada hacía de expositor de un buen número de escopetas de caza. Pensé que esto ya lo había visto yo antes en alguna de esas películas americanas. Nos sentamos a la mesa, el señor Alcalde se sentó en un extremo presidiendo la misma, a un lado suyo estaba mi mujer y al otro el sheriff, junto al sheriff se sentó Lucy la hija del Alcalde y junto a mí se sentó Claire la mujer del Alcalde. De esta manera yo quedé cómodamente sentado entre mi mujer y Claire. El Alcalde tenía como personal a su disposición un jardinero que era un hombre joven de color negro, una cocinera y un asistente de cocina que también hacía a veces, según me dijeron, el servicio de chófer del Alcalde. Empezamos a comer distendidamente los platos que pausadamente iban trayendo a la mesa la cocinera y el asistente. Cuando finalizamos la comida, nos desplazamos hasta la sala de la chimenea para con unos riquísimos licores caseros disfrutar de la sobremesa. Muy educadamente estuvimos charlando durante un buen rato. Debido al exquisito vino que con abundancia nos habían servido en la comida y a las copas de licor que descuidadamente había consumido, mi cuerpo fue cayendo en una agradable modorra. Frente a mí el Alcalde fumaba en pipa y se reía con ganas con las ocurrencias con las que se iba amenizando la conversación. En uno de los sofás, el de tres plazas se encontraban animadamente charlando mi mujer, situada en el centro, y Lucy que quedaba sentada a su izquierda, mientras el sheriff, sin quitar ojo al escote de mi mujer se sentaba muy ufano a su derecha. Al otro lado de la habitación y en un sofá de dos plazas, me encontraba sentado junto a Claire, disfrutando casi en off de su atropellada conversación, de la maravillosa vista de su escote y de los sensuales movimientos de sus carnosos labios.
En un determinado momento y sintiéndome como sumido en una fantástica ensoñación, me pareció ver como mi mujer se relajaba en el sillón mientras Lucy la hija del alcalde le susurraba cosas al oído. Mi mujer se dejaba hacer y sonreía nerviosamente. El sheriff mientras tanto le acariciaba la parte de alta de su pecho a través el escote del vestido, mientras le sobaba con su boca el cuello y la oreja derecha. Yo me quedé perplejo, pero sin hacer nada observé al Alcalde esperando ver su respuesta y observé como animado con la escena, seguía fumando su pipa mientras con la mano libre se frotaba groseramente la entrepierna. Volví la vista hacia mi compañera de sofá y observé como Claire clavando sus ojos en mí, acariciaba sus labios voluptuosamente con la lengua mientras depositaba su delicada mano sobre mi paquete. En ese momento yo no supe discernir si estaba viviendo un sueño o lo que me estaba pasando era realidad. Claire se incorporó en el sofá y tapándome la vista de lo que sucedía en el sofá de enfrente me regaló un sensual beso en la boca, mientras tanto con su diestra mano derecha me aflojaba la correa, me abría la bragueta y sacaba mi sorprendido miembro de su cubil. Mientras Claire con avidez, me besaba el cuello y me introducía su lengua en la oreja; con su mano batía lentamente mi miembro consiguiendo que éste se fuese despertando e iba adquiriendo un volumen tal, que desbocado, se le iba escapando de su mano. Mientras esto acontecía, yo pasivamente miraba lo que sucedía en el otro sofá. Con la cam del movil registraba lo puta que era mi pareja. Mi mujer tenía su lindo vestido de verano, abierto y arrugado por delante sobre su cintura. Su sujetador había desaparecido y sus preciosos pechos lucían desnudos y erguidos mientras Lucy se agarraba de uno de ellos con la boca y le succionaba uno de sus delicados pezones. Al otro lado el sheriff muy concentrado, succionaba del otro pezón mientras introducía la mano derecha entre las piernas de mi mujer y con suavidad bajo sus braguitas, le acariciaba su húmeda hendidura. Mi mujer lucía voluptuosamente abandonada al placer, su pelo recogido en un informal moño aparecía desmadejado, sus ojos estaban cerrados y toda ella parecía concentrada en disfrutar voluptuosamente de las dulces caricias que en ese momento estaba recibiendo. Mientras, el Alcalde había sacado a la luz su grueso pene y con delectación se procuraba a una mano su propia satisfacción. Claire ajena a lo que estaba pasando me había quitado la corbata y la camisa y golosamente me succionaba los excitados pezones que habían adquirido una extrema rigidez. Ella lentamente y con mucha suavidad, se notaba que era experta en estos menesteres, los fue relajando con sus caricias y con los dulces mimos de su lengua. Mientras tanto su mano no dejaba de bombear sobre mi ya del todo enhiesto mástil.
Debí de perder el sentido de la realidad durante unos instantes, pues cuando abandonando mi estado de ensoñación por las sensuales caricias que la mujer del Alcalde me estaba procurando, abrí mis ojos, descubrí a Lucy que totalmente desnuda acariciaba con su boca la entrepierna de mi mujer que también lucía espléndidamente desnuda, si exceptuamos los zapatos de tacón que aún llevaba puestos. El sheriff, también desnudo, lucía sus musculado cuerpo mientras de pie en el sofá ofrecía su enorme aparato a la preciosa boca de mi mujer. Ésta con su mano derecha agarraba y succionaba golosamente el instrumento del fornido sheriff, mientras éste mediante movimientos de su pelvis lo sacaba y lo introducía rítmicamente dentro de su cavidad bucal. Puse la cam de frente para que se viera como engullia todo aquel mastil caliente. Mi mujer con la mano izquierda, acompañaba lúbricamente las caricias con que la lengua de Lucy recorría de arriba a abajo su húmedo conejito, posándola sobre su cabeza.
El Alcalde desnudo de cintura para abajo y con su ropa esparcida por el suelo, se levantó de su sillón con la camisa arrugada y con la corbata descuidadamente aflojada sobre su pecho. Se encaminó hacia el sofá en el que se encontraba mi mujer y poniéndose detrás de su hija y de rodillas comenzó a sobar con su lengua el virginal trasero de su descendiente. Mientras esta escena se desarrollaba ante mis ojos, un tacto delicioso y húmedo recorría mi miembro. Claire se había dejado caer entre mis piernas y de rodillas sobre el suelo, se introducía mi miembro en su lasciva boca y lo recorría con su lengua en toda su extensión. Estas caricias con la lengua, las acompañaba con intensos embates de su boca sobre mi miembro, que llevaban al sensible glande hasta lo más profundo de su garganta. Sus manos mientras tanto, agarraban mi pene en toda su longitud de una forma firme y decidida. Era una auténtica chupapollas de primera. El cuadro que tenía frente a mí era alucinante, mi mujer sentada chupando con satisfacción una polla magnífica, succionando la polla de su afortunada pareja mientras su concha era hábilmente recorrida por la juguetona lengua de la hija del Alcalde y éste situado por detrás sodomizaba a su hija a conciencia. Pasé unos instantes disfrutando de la situación, cuando Claire abandonando mi miembro se encaminó hacia el sofá de enfrente y relevando al sheriff, se subió al sofá y ofreció su excitadísima vulva a mi mujer para que ésta continuara succionando. Mientras tanto el sheriff bajó del sillón y aprovechando la humedad que la acogedora boca de mi mujer había dejado en su enorme miembro, se dirigió al trasero del Alcalde y de rodillas tras él y de un empujón le encajó el gigantesco ariete en el interior de su cuerpo. El alcalde dio un enorme gemido que precedió al gemido de su hija, que disfrutó también de la percusión que había tenido la tremenda penetración con la que el sheriff había sorprendido a su padre. Muy excitado ante las escenas que estaba contemplando, me incorporé y colocándome detrás del sheriff, situé la engrosada punta de mi verga en su orificio trasero. El culo del fornido sheriff era redondo y muy bien puesto y aunque nunca antes había tenido relaciones homosexuales, he de reconocer que quizás turbado por todo lo que estaba ocurriendo esa noche o por la bebida, ese culo lampiño y tan musculado despertó en mi un inmenso deseo de posesión. Como decía, coloqué la gruesa nuez de mi verga en su apretado esfinter y dejé que él mismo con el enérgico movimiento de pelvis con el que penetraba el dolorido trasero del Alcalde se introdujera la vez mi pene en su interior. Así sucedió, dando un quejido por la sorpresa, la cabeza de mi rígida verga quedó encajada dentro de su cuerpo. Agarrándome a su cintura y acoplándome a sus violentas embestidas, conseguí que a la vez que le procuraba placer al Alcalde, también consiguiera tanto el mío como el suyo propio por detrás. En esta situación nos encontrábamos cuando la mujer del Alcalde, Claire avisando de que irremisiblemente se venía en la lujuriosa boca de mi mujer, dio un grito y se precipitó en un violento orgasmo. Como si de una cadena de transmisión se tratase, mi mujer debido a las caricias que estaba recibiendo, cayó en el paroxismo del placer arrastrando con ella a Lucy la hija del Alcalde, que con un gemido ahogado, acompañó el profundo suspiro de mi mujer para despeñarse junto a ella en un monumental orgasmo conjunto. Pocas parejas se corren al mismo tiempo pero nosotros lo conseguimos. Lucy, víctima de los estertores y los espasmos de su fenomenal orgasmo, oprimió a conciencia el grueso pene de su padre con su anillito anal y éste tras una embestida brutal que el sheriff le dio por la trasera, sucumbió a un terrible orgasmo, debido a ello, su dilatado esfínter se cerró violentamente sobre el endurecido pene del Sheriff yéndose prácticamente los dos al unísono. El Alcalde perplejo, sintió a la vez el vaciado de sus fluidos en el interior del estrecho culito de su hija, y la increíble humedad de su tripa llena del cálido y dulce néctar con que el sheriff le desbordó el intestino. Mientras tanto yo, totalmente pegado al cuerpo del Sheriff, disfruté de su orgasmo y de la tensión de sus últimas embestidas. Esa tensión tan descomunal, junto a los violentos golpes de ese musculoso trasero en mi pelvis, hizo que mis excitadas glándulas se vaciaran dentro del cuerpo del sheriff produciendo una tremenda inundación, impulsada por varios exagerados espasmos fruto de un éxtasis tan brutal como nunca antes había conocido.

El salón quedó como un improvisado campo de batalla plagado de cuerpos desnudos, desfallecidos y revueltos. Permanecimos así durante unos instantes hasta que los cuerpos se fueron recuperando de la agitación anterior y poco a poco se fue improvisando una nueva coreografía. Esto habia quedado mucho mejor que las parejas amateurs que follan por internet. Claire, fue la primera en activarse, se incorporó y se acercó a mí y comenzó a acariciar con sus manos mi irritada herramienta. Después con mucho mimo se la llevó a la boca y dulcemente la limpió de los restos de mi descarga y del excitante sabor del interior de la tripa del magnífico sheriff. De reojo pude ver como mi mujer se dejaba caer sobre el desfallecido sheriff y efectuaba la misma operación con el disminuido miembro del mismo, la fiesta lentamente volvía a empezar ….

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